La Virgen de la Asunción de los Alcázares: historia de una devoción y su vinculación con el escultor Sánchez Lozano
Miguel López Alcázar
Estudiante de Historia del Arte en la UMU
Si hace unas semanas hablaba del grupo escultórico de la Santísima Virgen del Carmen de Beniaján, obra original del marsellés Dupar reconstruida por José Sánchez Lozano; en este mes de agosto es el turno de una advocación mariana que trabajó el último escultor citado para diversas poblaciones del Levante peninsular: La Asunción de María.

Coincidiendo con la proclamación del Dogma el 1 de noviembre de 1950, en tiempos de Pío XII; el imaginero José María Sánchez Lozano recibió una serie de encargos alusivos a la iconografía asuncionista. Ese mismo año concluía para la iglesia franciscana de San Agustín de la ciudad de Almería una imagen de la Dormición de la Virgen, la cual sufrió alteraciones en la policromía en alguna intervención efectuada sobre la misma. En 1955 realiza la mascarilla mortuoria de la efigie de Nuestra Señora de la Asunción firmada por el escultor valenciano José Capuz Mamano hacia el año 1940, la cual es utilizada durante la representación del Misteri en el interior de la Basílica de Santa María, en Elche. Para la ciudad ilicitana volvió a trabajar en 1958, entregando la talla de la Virgen de la Asunción que preside anualmente la Venida a finales de diciembre, romería que parte desde la playa del Tamarit en las cercanías de Santa Pola hasta la ciudad de Elche. Otra obra asuncionista de nuestro ilustre artista fue destinada a La Torre de la Horadada, núcleo de población en el que residía largas temporadas en su morada: Buenos Aires.


Sin menospreciar el resto de imágenes, me atrevería a decir que una de las piezas marianas bajo dicha advocación más sobresalientes fue la realizada para la localidad costera de Los Alcázares poco tiempo después de la proclamación del Dogma de la Asunción. La imagen de Sánchez Lozano, datada en 1954 (no en 1951 como suele ir difundiéndose); sustituyó a la destruida en el fatídico verano del año 1936, encargada por el cura-párroco de Roda (pedanía de San Javier, municipio al que perteneció parte del término municipal de Los Alcázares hasta su segregación del mismo el 13 de octubre de 1983) al escultor murciano Francisco Sánchez Araciel hacia 1905. La fiesta de la Mar tuvo como foco de religiosidad a la efigie de la Patrona alcazareña al llegar el mes de agosto, celebrándose una serie de costumbres en los días previos al día de la Virgen como el retiro de los huertanos a playas marmenorenses como Los Alcázares, tradición que cada año vivimos los veraneantes al verlos montados en las carretas cruzando el centro urbano después de un largo viaje que iniciaron en la capital; además del rito de los baños nocturnos o “Novenarios”, vinculado a dicho retiro huertano a la ribera del Mar Menor coincidiendo con el ciclo lunar. Incluso los huertanos, junto a los pescadores de la población, serían los impulsores de la procesión marítimo-terrestre que conocemos hoy en día, pidiendo permiso al sacerdote para poder desfilar con la imagen de la Virgen que hicieran los Aracieles (recordemos que Francisco Sánchez Araciel no trabajó solo, sus hermanos Manuel y Cecilia colaboraban en el taller familiar) tanto por tierra como por las aguas del Mar Menor a bordo de una embarcación pesquera. La celebración de los festejos en honor a la Virgen de la Asunción, Patrona de Los Alcázares, fueron suspendidos entre 1936 y 1939 debido a la Guerra Civil; aunque en el último año citado no se celebró procesión al haber desaparecido la preciosa talla de los Aracieles en la quema de iglesias acaecida en agosto del 36.

En 1940 fue adquirida una nueva imagen; seriada, de escasa calidad artística y para nada similar a la desaparecida en el verano de 1936. Al no calar entre los vecinos, el párroco D. Pedro López Nadal aprovecharía la importancia de la proclamación del Dogma de la Asunción para encargar la actual talla de la Virgen de la Asunción al insigne escultor pilareño José María Sánchez Lozano, con la única condición de que ésta fuera una copia de la desaparecida en el conflicto fratricida. Para ello, le fue proporcionada una fotografía antigua al autor. Aunque algunos entendidos sostengan que es una réplica, la afirmación no es del todo cierta. La obra de Sánchez Lozano presenta una policromía con tonos más vivos que la gama cromática de la imagen de los Aracieles; aunque bien se ciñó a lo acordado en la fisionomía, los ropajes (túnica rosada y manto azul estofados con motivos vegetales, con velo que deja entrever su cabello ondulado), y la elevación de los brazos que otorgan cierto dinamismo a la obra escultórica. La Virgen de la Asunción fue intervenida (repintada) por el consagrado pintor e imaginero Gregorio Fernández-Henarejos Martínez; el cual respetó la firma que corrobora la autoría de José Sánchez Lozano a la hora de trabajar sobre la talla. La Patrona de Los Alcázares desfila cada 15 de agosto sobre un trono tallado por el maestro murciano José Noguera Valverde en el año 1954 bajo diseño del afamado pintor lorquino Manuel Muñoz Barberán; portado a hombros por una veintena de portadores desde la iglesia parroquial hasta la antigua Base de Hidroaviones, en la que es embarcada y recorre las aguas del Mar Menor integradas en el término municipal de Los Alcázares hasta que vuelve a ser llevada por sus portadores desde el embarcadero de la Pescadería hasta su templo, pasada la medianoche.

Este es el segundo año consecutivo a causa de la pandemia que atravesamos, en el que la Virgen de la Asunción no saldrá en procesión; aunque su pueblo, el cual siempre lucha y luchará contra la adversidad, rinde honores a su Madre con su Novenario y con la Misa tradicional del 15 de agosto que, de manera extraordinaria, no se celebrará en la parroquia debido a las dimensiones reducidas de la misma pero si se impartirá en el polideportivo para que todo aquel que lo desee pueda acompañar a la Patrona en su gran día guardando las distancias de seguridad y esperando con fervor a un esperanzador 2022 en el que todos podamos ver a esta extraordinaria obra de Sánchez Lozano por el paseo marítimo camino de la base al son de alegres pasodobles y los “vivas” improvisados de los alcazareños.
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