La significación de un color: el morado de Rogativa
Santiago Espada Ruiz – Historiador del Arte
Con la llegada de la Cuaresma viene siendo tradicional, desde hace varios siglos, que las imágenes gloriosas de la Virgen, con más arraigo devocional en Murcia, luzcan en sus capillas, camarines o altares, ricos mantos y vestidos de color morado, un color propiamente establecido por la Iglesia para ese tiempo litúrgico. El morado como color, sigue manteniendo hasta nuestros días, dentro del sistema católico de colores litúrgicos, su significación como un color que simboliza la penitencia, la aflicción y la humildad. Pero, en su concepción más antigua y esencial, el morado es un color que identifica y simboliza el estatus de la Virgen María y Jesús como reyes del cielo y de la tierra, ya que desde tiempos bíblicos es un color asociado a la realeza y la divinidad.
Más desconocida sea quizá la significación y la importancia del morado como un color sagrado para simbolizar la rogativa, algo estrechamente vinculado a lo penitencial y que cobra especial interés y protagonismo en este tiempo de crisis sanitaria que nos ha tocado vivir. Poéticamente, nuestros días se tornaron de color morado.

Podríamos decir que la historia de Murcia y las rogativas han caminado cogidas de la mano. En nuestro pasado, y desde tiempos remotos, cuando surgían grandes dificultades que alteraban o amenazaban la cotidianidad de la sociedad murciana como: sequías, plagas, inundaciones, temblores, o fuertes epidemias, los creyentes elevaban sus plegarias y ruegos al cielo en busca del auxilio y la intercesión divina. Conjuntamente, la Iglesia Católica por su parte realizaba lo que se denomina una Rogativa, la cual consistía, y consiste, en un rito donde tienen lugar una serie de oraciones públicas, colectivas y solemnes, implorando por la ayuda divina, las cuales se dirigían a aquellas imágenes veneradas como milagrosas y portadoras de poder divino que generalmente solían ser la Virgen María como madre de Cristo, cuerpo visible y receptáculo de Dios. La Santísima Virgen María, en sus diversas advocaciones, en nuestra ciudad de Murcia y su huerta, ha despertado desde pretéritos tiempos un multitudinario fervor entre los fieles de nuestra tierra. Nos dice Serge Gruzinski que la imagen producía el milagro y el milagro consagraba a la imagen. Y si hay en Murcia una imagen que ha sido receptora de numerosas rogativas, por su inestimable y prodigioso poder milagroso, es la de Nuestra Señora de la Fuensanta, la Blanca Paloma que anida en las rocas como la definió en su día el arcediano Martínez Espinosa. Es por ello que, cuando eran necesarias las rogativas en nuestra ciudad y región, la imagen de Nuestra Patrona era ataviada por su camarera con su ropa morada, por ser este el color establecido para esa celebración litúrgica. Tanto durante el traslado como el tiempo que duraban las rogativas en la Catedral, la Virgen permanecía vestida con sus trajes morados de rogativas, color propio y expresivo del carácter de esa celebración penitencial. Rogativas que curiosamente, y en la mayoría de casos, eran solicitadas por el Concejo o Ayuntamiento de la ciudad al Cabildo, en cuya solicitud, y así está documentado, se pedía expresamente que la imagen luciera su ropa de rogativa. En un acta del Cabildo catedralicio de marzo de 1747 se menciona .. que oido por el Cavildo convino en ello, y que dicha Imagen de nra. Srª de la Fuensanta se mantenga hasta el miercoles de la semana inmediata con vestido de rogativa…
Dicho sea de paso, no hay que olvidar que precisamente el motivo de la primera bajada de la Virgen de la Fuensanta a Murcia, así como la gran mayoría de veces que fue traía a la ciudad, fue para la celebración de rogativas. La rogativa es inherente a la historia de Nuestra Patrona, forma parte de su más primitiva esencia, algo que quedó magistralmente plasmado en los versos que para ella y su himno creó Jara Carrillo:
Eres Fuensanta el consuelo de este murciano jardín.
Oración que sube al cielo pasa por tu Camarín.

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El morado es el color que la iglesia usa en su indumentaria litúrgica durante los oficios de rogativas por cualquier necesidad, pero también por otras causas como la propagación de la Fe, en tiempo de guerra, por la paz, para evitar la mortalidad, por los enfermos o por el perdón de los pecados entre otros. El uso del color morado en el indumento de la imagen de la Virgen se entiende dentro del contexto del uso de los colores litúrgicos en los ornamentos propios de la liturgia del rito latino, puesto que el color cumple una función teológica, litúrgica y emblemática, fundamental en la doctrina cristiana. Cuando, en la primera mitad del siglo XIII, la misa se instaura como el verdadero “oficio o sistema” divino, la función esencialmente litúrgica del color asciende al nivel de código. En palabras de Michel Pastoureau, uno de los más eruditos estudiosos del simbolismo de los colores, “es la sociedad quien ‘hace’ el color, quien le otorga definición y sentido, quien declina sus códigos y sus valores, quien organiza sus prácticas y determina sus aportaciones”. En ese sentido el color litúrgico es catálisis, símbolo y ritual. Así pues, el uso de los colores litúrgicos en las vestiduras sagradas es algo que empieza a tomar forma en los albores de la Edad Media. Su práctica consistía esencialmente en asociar un color a una determinada fiesta o periodo del calendario litúrgico y su finalidad era la de expresar con más eficacia las características de los misterios de la Fe y el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del ciclo litúrgico anual. Existe una estrecha relación entre cada uno de los colores litúrgicos y su eficiencia espiritual, y aunque desde su origen los colores litúrgicos fueron diversos, las disposiciones del Concilio de Trento y la instauración del misal romano de San Pío V (1570) declararon como oficiales para las vestiduras sagradas cinco colores litúrgicos, el blanco, rojo, negro, verde y morado. De todos ellos, podemos afirmar que el color que definiríamos como verdaderamente sagrado es el color morado, por todas las connotaciones religiosas y el valor simbólico que posee.

Así pues, el vestir de morado la imagen de la Virgen formaba parte del rito de la rogativa, el mero hecho de hacerlo activaba sus posibilidades taumatúrgicas e incrementaba la efectivad de los rezos. Tan importante eran esos trajes morados de rogativa, que cuando se estropeaban inmediatamente se buscaba subsanarlos, adquiriendo casi siempre uno nuevo, como es el caso de Nuestra Señora de la Fuensanta: en el archivo Catedralicio queda recogido que en durante las rogativas del invierno de 1741 el Cabildo propuso que “se le pueda hazer un vestido de rogativa, de que tiene gran necesidad por ser mui antiguo y deslucido el que se le pone siempre que se trae en rogativa”, por ello se acuerda que se le haga uno “mui cargado de oro y plata que este de buen gusto y mucho lucimiento… adornandole con las guarniciones correspondientes”. Tan solo se le quitaba a la imagen su indumento de rogativa una vez lograda la ayuda, momento en el cual se sustituía por su ropa de gala para efectuar una procesión de acción de gracias por las calles de la ciudad y su posterior romería de regreso a su santuario en Algezares.
Algunos teólogos, así como algunas disposiciones del misal romano, establecen que el color morado puede también emplearse en sustitución del negro para el luto. Es por esta razón que algunas de nuestras más queridas devociones marianas, como la Virgen de la Fuensanta, la Virgen de Gracia o la Virgen de Loreto de Algezares, mantienen su indumentaria morada tanto en señal de luto, homenaje y recuerdo de las victimas de la pandemia Covid-19 como por rogativa por el fin de la actual crisis sanitaria.
No solo nuestras Madres murcianas tienen en sus ajuares vestidos de Rogativas, también otras grandes devociones marianas españolas poseen esta singular indumentaria morada como por ejemplo la Virgen de Monserrate de Orihuela, la Asunción de Elche, Ntra. Sra. de los Desamparados de Valencia, Ntra. Sra. de la Piedad de Baza, la Virgen de la Capilla de Jaén, la Virgen del Pino de Canarias o la Virgen de los Reyes de Sevilla entre otras, las cuales también han lucido este tiempo.